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martes, 12 de enero de 2016

La insulina: Más de 90 años salvando vidas

La diabetes es una enfermedad metabólica que se encuentra entre las principales causas de mortalidad en los países desarrollados. En individuos sanos la insulina es una hormona que se sintetiza en el páncreas cuya función es activar la absorción de glucosa y de aminoácidos después de las comidas. No obstante en individuos que padecen diabetes está función está alterada ya sea porque la síntesis de insulina es defectuosa (tipo I o juvenil) o porque la respuesta de las células a la insulina es deficiente (tipo II o adulta). Los individuos diabéticos se caracterizan por mantener una elevada concentración de glucosa en sangre, que puede tener consecuencias nefastas de no ser tratada, como ceguera, gangrena o en última instancia, la muerte. La diabetes se conoce desde hace unos 2000 años.

La diabetes es una enfermedad ya conocida desde la antigüedad y la primera referencia a ella se encuentra en el Papiro de Ebers (1500 a.C.), y ya se aplicaba tratamiento para su principal síntoma: la poliuria.

Por parte de la medicina hindú se describe una orina pegajosa, con olor dulce, por lo que la llamaron "madhumeha" (orina de miel). S explica también que esta enfermedad habitualmente afectaba a varios miembros dentro de una misma familia. Posiblemente ésta sea la primera descripción de otra de las formas de presentación de la diabetes tipo 2, asociada en gran medida a la obesidad. Incluso se llegan a diferenciar dos formas distintas, una que se ve en niños y adolescentes y que conduce a la muerte y otra en personas de más edad.

Ya en el siglo II d.C., Areteo de Capadocia, describe la diabetes a través de síntomas urinarios "los enfermos no dejan nunca de orinar". En griego la palagra diabetes significa sifón; llama a esta enfermedad "diabetes", del griego "discurrir a través de", suponiendo que "la carne del cuerpo se eliminaba por la orina". Identifica tres síntomas más constantes: polidipsia, poliuria y el adelgazamiento, pasándole sólo relativamente inadvertido el incremento de apetito y de la ingestión de alimentos (polifagia).

Se discute si fue Areteo de Capadocia o Apolonio de Memfis quien crea el término diabetes.

Galeno interpretó que la enfermedad era consecuencia del fallo del riñón y Celso en el Imperio Romano hizo una detallada descripción de la enfermedad y fue el primero en aconsejar ejericio físico y dieta.

En la Edad Media hay pocas aportaciones aunque Avicena evaporó la orina de un diabético y vio que dejaba residuos con sabor a miel, éste hizo una descripción de las complicaciones de la diabetes.

Willis a finales del siglo XVII diferenció dos tipos de diabetes, en unas personas la orina tenia sabor dulce como la miel (mellitus) y la denominó diabetes mellitus y en otras la orina no tenía sabor y la denominó diabetes insípida.

En el siglo XIX, en 1869, Palul Langerhans descubrió en el páncreas, acumulaciones de células en formaciones de islotes, que se distinguían de las células de las glándulas excretoras. Se les denominaron islotes porque bajo el microscopio de baja resolución parecen ser pequeñas islas dentro del páncreas. Pero Langerhans solo observa unos islotes distribuidos por el páncreas con una estructura distinta de las células que producen los fermentos digestivos y cuya función es desconocida.

En 1889 Joseph Von Mering y Oscar MinkowskY extirpan el páncreas a animales para observar que ocurre en ausencia de los jugos pancreáticos y observan cómo los animales tienen mucha sed y orinan mucho. Los animales fallecen en pocas semanas y la orina es dulce, con lo que concluyen que la extirpación del páncreas produce diabetes.

Es a partir de aquí cuando la insvestigación se dirige a la sustancia que producen los islotes, es decir, se estudia la "Isletina o Insulina".

Es en 1921 cuando Frederick G. Banting y su ayudante Charles H. Best tuvieron la idea de ligar el conducto excretor pancreático de un mono, provocando la autodigestión de la glándula. Después, exprimiendo lo que quedaba de este páncreas obtuvieron un líquido que, inyectado en una cachorra diabética, conseguía reducir en dos horas una glucemia: habian descubierto la insulina. Esta cachorra es la famosa "Marjorie", primer animal que después de haberle quitado el páncreas pudo vivir varias semanas con la inyeción del extracto de Banting y Best, hasta que tuvo que ser sacrificada al acabarse el extracto.


La primera inyección

La primera inyección de insulina en humanos la recibió un joven de 14 años llamado Leonard Thompson el 11 de enero de 1922 en el Hospital de Toronto de Canada.

Es necesario alabar y decir que tras la mejoría de Leonard los científicos ofrecieron la fórmula de la insulina gratis a las compañías. En 1923 ya se podía conseguir en todo el mundo, salvando vidas, por lo que Banting y John James Rickard MacLeod recibieron el Premio Nobel de Medicina.

  
 Frederick G. Banting y John James Rickard MacLeod

Leonard murió 13 años después, como causa de una bronconeumonía, observándose en su autopsia avanzadas complicaciones diabéticas.

Actualmente toda la insulina que se encuentra en el mercado se sintetiza por técnicas de ingeniería genética, lo que permite que ya no sea un tratamiento para unos pocos sino al alcance de la mayoría de la gente, otro ejemplo de cómo la inversión en tecnología, en este caso la ingeniería genética, siempre consigue avances que revierten en el beneficio de todos.


¿Cómo actúa la insulina?

La insulina es como una llave que abre la cerradura de las puertas de las células del cuerpo para que la glucosa (azúcar en la sangre) pueda entrar y sea utilizada como energía.

Si la glucosa no puede entrar en las células, se acumula en la sangre. Si se deja sin tratamiento, la acumulación de azúcar en la sangre pueden causar complicaciones a largo plazo.
Además, cuando los niveles de azúcar alcanzan cierto nivel, los riñones tratan de eliminarla por medio de la orina, lo que quiere decir que necesitará orinar con más frecuencia. Esto puede hacer que se sienta cansado, sediento y hambriento. Puede también empezar a perder peso.

Su cuerpo empezará a formar energía de un azúcar complejo llamado glucógeno, que se almacena en el hígado y músculos. El hígado convierte el glucógeno en glucosa y lo libera en el torrente sanguíneo cuando se está en estrés o cuando se tiene mucha hambre. Cuando la insulina está presente, los músculos pueden utilizar el glucógeno como energía sin tener que liberarlo al torrente sanguíneo.

En la diabetes tipo 2, el hígado libera mucha glucosa, especialmente en la noche (cuando el hígado normalmente libera glucosa), resultando en un aumento en los niveles de glucosa sanguínea en la mañana. Las inyecciones de insulina ayudan a utilizar esa azúcar liberada por el hígado por la noche y a mantener los niveles de glucosa normales en la mañana. Los carbohidratos se transforman en glucosa, que es el combustible que da energía al cuerpo. La función más importante de la insulina es ayudar a que las células utilicen la glucosa para crear energía.

Cuando se ha estado enfermo, después de un accidente o de una cirugía, la insulina ayuda a cicatrizar o curar, llevando los aminoácidos (el material para formar los músculos) a sus músculos. Los aminoácidos reparan el daño muscular y ayudan al músculo a recuperar su tamaño y su fuerza. Si no hay suficiente insulina en el cuerpo cuando los músculos sufren un accidente, los aminoácidos no podrán cumplir su función y los músculos empezarán a debilitarse.

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