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lunes, 3 de agosto de 2015

Clemens August von Galen, el Leon de Münster

Clemens August von Galen
Clemens August von Galen nació el 16 de marzo de 1878 en el castillo (hoy abadía benedictina) de Burg Dinklage (Baja Sajonia). Era el undécimo de los trece hijos del conde Ferdinand von Galen (diputado del Zentrum) y su mujer Elisabeth. Estudió teología entre 1898 y 1903 en Innsbruck (Austria), para volver luego al seminario de Münster, donde fue ordenado sacerdote el 28 de mayo de 1904. Durante un breve período ejerció el ministerio como vicario cooperador de la catedral de Münster; luego fue nombrado vicario cooperador de la iglesia de San Matías en Berlín. Comenzó así una actividad sacerdotal en la capital del antiguo imperio alemán, que duró 23 años. Trabajó durante algunos años como cooperador en la parroquia de San Clemente; luego fue nombrado párroco de San Matías en Berlín-Schöneberg. Allí vivió los años terribles de la primera guerra mundial, los disturbios de la posguerra y un largo período de la época de Weimar. La situación de la diáspora en Berlín le obligó a afrontar notables exigencias pastorales. En 1929 fue nombrado párroco de la iglesia de San Lamberto en Münster hasta que Pío XI lo nombró obispo en 1933, el año en que los nazis tomaron el poder. 

En su primera carta pastoral, para la Cuaresma de 1934, desenmascaró la ideología neopagana del nacionalsocialismo. En los años siguientes defendió continuamente la libertad de la Iglesia y de las asociaciones católicas, así como la enseñanza de la religión. En un sermón en la catedral de Xanten, en la primavera de 1936, acusó abiertamente al régimen nacionalsocialista de discriminar a los cristianos, encarcelarlos y hasta matarlos. 

Poco después emprendió Von Galen una crítica pública del libro de Alfred Rosenberg "El mito del siglo XX", que pretendía fundamentar ideológicamente el régimen de Hitler. El obispo calificaba de "herejía neopagana" el racismo nazi. Cuando Pío XI condenó el nazismo en la encíclica "Mit brennender Sorge" (1937), Von Galen puso particular empeño en difundirla.

Oposición abierta al nazismo

Von Galen destacó, dentro del episcopado alemán, por su postura de combate abierto contra el régimen. Ello no obstó para que, en 1936, juzgara positivamente la remilitarización de Renania, con la cual Alemania sepultó el Tratado de Versalles, que ya había denunciado oficialmente el año anterior.

Para los católicos, en palabras de la pastoral conjunta publicada por los obispos alemanes el 6 de julio de 1941, se trataba "de seguir existiendo o de desaparecer, se trata del desarraigo del cristianismo". Frente a una postura apocada, que prefiriera optar por el silencio para evitar la aniquilación física por parte del régimen, Von Galen dejó bien claro que no hay cristianismo sin defensa de los derechos humanos. Desde su primera homilía, denunció las prácticas de la policía secreta (Gestapo):
"Cualquier ciudadano alemán se encuentra totalmente desprotegido e indefenso ante el poder omnímodo de la policía secreta; ninguno de nosotros está seguro de que un día no vayan a su casa a detenerlo, de que no se le robe su libertad y se lo encierre en los sótanos y en los campos de concentración de la policía secreta".

Denuncia de la eutanasia

No obstante, fueron sus homilías de 1941 contra la eutanasia lo que le dio más fama, hasta el punto de que los aliados las citaban en los panfletos que arrojaban sobre Alemania. El 13 y el 20 de julio de 1941, Von Galen pronunció sendas homilías contra la eutanasia, y el 3 de agosto volvió a la carga con la última y más encendida, tras enterarse de que unos enfermos de un hospital católico de Münster habían sido trasladados para darles muerte.

Von Galen advertía que la eutanasia no reconoce límites: 
"Una vez admitido que hay hombres que tienen derecho a matar a personas improductivas, y aunque ahora se trate solo de pobres e indefensos enfermos mentales, con eso ya se ha autorizado en esencia el asesinato de todas las personas improductivas, es decir, de los enfermos incurables, de los inválidos incapaces de trabajar y de los de guerra; y también el de todos nosotros, cuando por la edad seamos débiles y por tanto improductivos".
Von Galen condenaba la eutanasia como "matanza de inocentes", pero también argumentaba con los artículos del Código Penal que prohibían matar y obligaban a denunciar todo delito, precisando que él mismo había presentado denuncia. Como consecuencia de su intervención, el régimen suspendió oficialmente la campaña de eutanasia de personas "improductivas", aunque siguió aplicándola sin publicidad.

Los sermones de Von Galen, hasta el final de la guerra, están llenos de denuncias concretas sobre abusos cometidos contra propiedades de la Iglesia, y de críticas a las costumbres y ritos neopaganos de los nazis. Pero no reclamaba el respeto a derechos particulares, sino el
"derecho a la vida, a la inviolabilidad, a la libertad. Como alemán, como ciudadano, como representante de la religión cristiana, como obispo católico: exigimos justicia". 
Si se salvó de la ejecución –pedida por el lugarteniente de Hitler, Martin Bormann–, fue por el apoyo entusiasta de sus fieles –los informes de la Gestapo hablaban de "escenas tumultuosas" en la catedral–, que impresionó al ministro de Propaganda, Joseph Goebbels. Éste convenció a Hitler de que sería mejor esperar a que terminara la guerra para vengarse del obispo.

Hitler suspendió la campaña de eutanasia el 24 de agosto de 1941, cuando se había asesinado a 70.000 enfermos. Von Galen no se quedó solo, y también los obispos de Hildesheim y Tréveris predicaron expresamente en defensa de los disminuidos. Con una política de aparente pacificación, las autoridades nazis dieron a los líderes religiosos católicos y protestantes la oportunidad de presentar un texto conjunto con sus reclamaciones a Hitler, en noviembre. Por supuesto que el lobo no hizo más que ponerse la piel de cordero por un rato, y la eutanasia siguió practicándose bajo cuerda, hasta asesinar a unos 80.000 enfermos más antes del fin de la guerra.

En la posguerra Von Galen denunció también injusticias cometidas por las fuerzas de ocupación aliadas, y defendió la responsabilidad personal frente a quienes afirmaban que existía culpabilidad colectiva de los alemanes por los crímenes del nazismo. Tampoco fue su postura de mera denuncia, sino que se centró en afirmar las bases para una nueva sociedad. En reconocimiento a sus méritos, Pío XII lo nombró cardenal el 18 de febrero de 1946. Apenas un mes después, el 22 de marzo, Von Galen falleció en Münster.

Fragmentos del sermón del 3 de agosto de 1941
Mis queridos hermanos,
(…) Durante los últimos meses se ha informado de que, por instrucciones de Berlín, los pacientes que han estado sufriendo durante mucho tiempo a causa de enfermedades aparentemente incurables han sido desplazados por la fuerza de sus hogares y clínicas. Sus parientes son posteriormente informados de que el paciente ha muerto, que el cuerpo ha sido incinerado y que las cenizas pueden ser reclamadas. No hay duda de que estos numerosos casos de muerte inesperada en el caso de los enfermos mentales no son naturales, sino a menudo causados deliberadamente, y es el resultado de la creencia de que es lícito quitar la vida que no es digna de ser vivida.
Esta doctrina horrorosa trata de justificar el asesinato de hombres inocentes y buscaría dar sanción legal a la muerte violenta de los inválidos, lisiados, la incurable y el incapacitado. He descubierto que la práctica aquí en Westfalia es compilar listas de tales pacientes que van a ser retirados en otros lugares como "ciudadanos improductivos", y después de un período de tiempo a la muerte. Esta misma semana, el primer grupo de estos pacientes ha sido enviado desde la clínica de Marienthal, cerca de Münster.
El párrafo 21 del Código de Derecho Penal sigue siendo válido. Establece que cualquier persona que mata deliberadamente a un hombre por un acto premeditado se ejecutará como un asesino. Es con el fin de proteger a los asesinos de estos pobres inválidos miembros de nuestra propia familia contra este castigo legal, que los pacientes que van a ser asesinados se transfieren desde su domicilio a alguna institución distante. Algún tipo de enfermedad, entonces se da como la causa de la muerte, pero como la cremación sigue inmediatamente es imposible para cualquiera de sus familias o de la policía regular determinar si la muerte fue por causas naturales.(…)
Cuando se me informó de la intención de eliminar a los pacientes de Marienthal con el fin de ponerlos a la muerte  dirigí la siguiente carta registrada el 29 de julio ante el Ministerio Público, el Tribunal de Münster, así como al Jefe de la Policía de Münster:
"Se me ha informado esta semana que un número considerable de pacientes de la clínica provincial de Marienthal se van a transferir como ciudadanos presuntamente "improductivas" a la institución del Richenberg, debe ser ejecutado inmediatamente; y que según la opinión general, este ya ha sido llevado a cabo en el caso de otros pacientes que se han eliminado de la misma manera. Dado que este tipo de procedimiento no sólo es contrario a la ley moral, tanto divina y natural, pero también se castiga con la muerte, de acuerdo con el artículo 211 del Código Penal, que es mi obligación ineludible de conformidad con el artículo 139 del mismo Código para informar a las autoridades de los mismos. Por lo tanto exijo a la vez la protección de mis compatriotas que están amenazados en este camino, y de los que el propósito de transferir y matarlos, y exijo más para estar informado de su decisión. "
No he recibido ninguna noticia hasta ahora de las medidas adoptadas por dichas autoridades. El 26 de julio ya había escrito y enviado una protesta enérgica a la Administración Provincial de Westfalia que es responsable de las clínicas a las que estos pacientes han sido confiadas por el cuidado y el tratamiento. Mis esfuerzos fueron en vano. El primer grupo de gente inocente ha dejado Marienthal condenados a muerte, y estoy informado de que no menos de ochocientos casos de la institución de la Waestein ahora han desaparecido. Debemos esperar la noticia de que estos pacientes indefensos miserables tarde o temprano perderán sus vidas. Por qué? No porque hayan cometido delitos dignos de muerte, no porque hayan atacado tutores o enfermeras como para causar este último para defenderse de la violencia, que sería a la vez legítima e incluso en algunos casos es necesario, como matar a un soldado enemigo armado en una guerra justa.
No, estas no son las razones por las que estos desafortunados pacientes han de ser condenado a muerte. Es simplemente porque que de acuerdo a un doctor, o debido a la decisión de algún comité, que ya no tienen derecho a vivir, ya que son los ciudadanos improductivos. La opinión es que, dado que ya no pueden hacer dinero, son máquinas obsoletas, comparable con alguna vaca vieja que ya no puede dar leche o algún caballo que ha ido cojo. ¿Cuál es la gran cantidad de máquinas improductivas y el ganado? Ellos son eliminados. No tengo ninguna intención de estirar esta comparación aún más. El caso aquí no es una de las máquinas o el ganado que existen para servir a los hombres y les proporcionará un montón. Pueden ser legítimamente eliminados cuando ya no pueden cumplir su función. Aquí estamos tratando con seres humanos, con nuestros vecinos, hermanos y hermanas, los pobres y los enfermos!
Improductivos, quizá! Pero, ¿han, por lo tanto, pierde el derecho a vivir? ¿Usted o yo tenemos el derecho de existir sólo porque somos "productivos"? Si se establece el principio de que los seres humanos improductivos pueden morir, entonces Dios ayude a todos aquellos enfermos que, con el fin de producir riqueza, han dado su todo y sacrificado su fuerza del cuerpo. Si todas las personas improductivas por lo tanto pueden ser violentamente eliminadas, entonces ¡Ay nuestro valiente soldados que regresan a casa, heridos, mutilados o enfermos.
Una vez admitir el derecho de matar personas improductivas... entonces ninguno de nosotros puede estar seguro de su vida. Vamos a estar a merced de cualquier comité que puede poner un hombre en la lista de improductivos. No habrá protección policial, ningún tribunal para vengar el asesinato e infligir castigo sobre el asesino. (…) Si se permite esta doctrina terrible y practica es imposible conjurar la degradación a la que dará lugar. La sospecha y la desconfianza se sembrarán dentro de la propia familia. Una maldición sobre los hombres y sobre el pueblo alemán si rompemos el santo mandamiento "No matarás", que nos fue dada por Dios en el monte Sinaí con truenos y relámpagos. (…)




Un héroe valiente



Afirmó el papa Benedicto XVI ante los fieles luego de la misa de beatificación del cardenal von Galen en octubre de 2005:

"El Señor nos dio a un héroe valiente para defender los derechos de Dios, de la Iglesia y del género humano, que el régimen nacionalsocialista violó de forma sistemática y grave en nombre de una ideología neopagana y aberrante"




Fuentes

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